Ganar hoy no significa llegar. Perder hoy no significa no llegar
- Marc Sansó Bauzà

- 20 oct
- 3 Min. de lectura
La trampa del cortoplacismo
Vivimos en una época en la que todo se mide en resultados inmediatos. Si ganamos hoy, pensamos que ya hemos llegado. Si perdemos, sentimos que todo el trabajo no ha servido de nada. Pero la realidad —desde la psicología deportiva— es mucho más compleja: ni las victorias ni las derrotas definen nuestro futuro, solo el proceso de aprendizaje y mejora continua.
En el deporte (y en la vida), confundir el rendimiento momentáneo con el potencial real es un error frecuente. Vemos a un niño destacar a edades tempranas y ya lo proyectamos como “el próximo Messi o Jordan”. Pero el talento precoz no garantiza el éxito deportivo. La investigación en psicología del deporte lo demuestra: los factores que determinan el rendimiento deportivo a largo plazo tienen más que ver con la constancia, la motivación deportiva, la capacidad de adaptación y la tolerancia a la frustración que con los resultados puntuales.
El peligro de mirar solo el resultado
Cuando la atención se centra únicamente en el resultado, dejamos de atender lo que realmente importa: el proceso de crecimiento personal y deportivo. Y eso tiene consecuencias. El deportista que vive pendiente del marcador se vuelve más vulnerable al error, más inestable emocionalmente y más dependiente de la aprobación externa. En cambio, quien se centra en mejorar cada día, en entrenar mejor, descansar mejor, comunicarse mejor y entender sus emociones, construye una base sólida y duradera para su desarrollo deportivo.
Desde la psicología deportiva, lo llamamos orientación al proceso. Es el enfoque que diferencia a quienes llegan de quienes se quedan por el camino. Porque, aunque el resultado tarde, el progreso psicológico y deportivo siempre llega cuando hay coherencia entre el trabajo, la paciencia y la gestión emocional.

Lo que vemos no siempre es lo que será
Cuántas veces hemos visto jugadores que, en edades tempranas, “lo tenían todo”: técnica, físico, reconocimiento… y con el paso de los años desaparecen. No porque perdieran el talento, sino porque dejaron de crecer mentalmente. No aprendieron a gestionar la presión, a tolerar los altibajos o a mantener la disciplina cuando el entorno dejó de aplaudir.
Y también ocurre al revés: deportistas que no destacaban en las categorías de base y que, con los años, desarrollan una mentalidad deportiva fuerte, una ética de trabajo impecable y una enorme capacidad de aprendizaje. Esos son los que acaban llegando más lejos.
El desarrollo deportivo no es una línea recta. Es una curva irregular llena de aprendizajes, donde los avances no siempre se ven a corto plazo. Pero si seguimos en el camino, todo acaba colocándose en su lugar.
El verdadero éxito en el deporte
El éxito no es ganar hoy. El éxito es seguir mejorando cuando nadie te ve, seguir creyendo en tu proceso cuando los resultados no acompañan, seguir trabajando cuando otros se rinden.
Desde la psicología deportiva, el foco debe estar en construir una mentalidad de crecimiento. Entender que cada paso cuenta, incluso aquellos que parecen no llevarte a ningún sitio. Porque, al final, los pequeños progresos diarios son los que te acercan a tu objetivo deportivo y personal.
Reflexión final:
No te dejes engañar por lo inmediato.
Ni por la victoria que parece definitiva, ni por la derrota que parece fatal.
Ambas son solo fotografías de un momento.
Lo importante es la película completa.
Y esa solo la escribe quien tiene la paciencia, la humildad y la constancia de seguir mejorando cada día.
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