En todos los ámbitos de la vida hay algo que da un poder sobrehumano a las personas: tener el control de la situación. Tener el control nos aporta confianza, seguridad, autoeficacia, autoestima, motivación, entre muchos otros aspectos psicológicos. Tener el control nos encanta, ¿a quién no? Más que tener el control diría que es tener la sensación de tener el control. Vivimos en un mundo donde hay muy pocas cosas que podemos controlar, únicamente las que dependen de uno mismo, pero aún así nos empeñamos en buscar esta sensación, en creer que controlamos todo lo que sucede.
Esto ocurre porque, del mismo modo que el control o sensación de control me genera un estado de bienestar y confianza, la situación opuesta, es decir, la incertidumbre nos genera malestar, ansiedad, desconfianza, inseguridad, miedo, entre otros. Es mejor pensar que tenemos el control de la situación que sobrellevar el malestar.
Tanto en la vida como en el deporte, la incertidumbre está en todos lados. Entendemos incertidumbre como la percepción de falta de predictibilidad y control de una situación. Es un fenómeno multidimensional que puede influir en la toma de decisiones, la motivación y el rendimiento. La incertidumbre puede ser vista como una experiencia subjetiva que varía entre los individuos según su tolerancia a la ambigüedad. Las personas con alta tolerancia a la ambigüedad pueden enfrentar situaciones inciertas con menos ansiedad y más adaptabilidad, mientras que aquellas con baja tolerancia pueden experimentar mayor estrés y dificultad para tomar decisiones.
La incertidumbre no es exclusiva del deporte. En la vida estamos constantemente en situaciones que escapan de nuestro control. Algunos ejemplos de incertidumbre en el deporte serían el arbitraje, un rival que llega justo antes de un partido y tu ya habías dejado de calentar, la climatología en deportes al aire libre, cualquier aspecto relacionado con un resultado, lesiones, expulsiones de jugadores por faltas, etc.
Tolerar la incertidumbre pasa por aceptar que no podemos tenerlo todo bajo control y que pueden suceder situaciones que se nos descontrolen. Cierto es que, seguramente, se asocie la incertidumbre a malestar (maldito sea el condicionamiento clásico, principio de aprendizaje que se basa en la asociación de estímulos). Por eso muchas veces nos cuesta sacar el máximo rendimiento en estas situaciones, aunque hay que aprender a vivir con ello y que no afecte a nuestro rendimiento.
Hay muchas habilidades y técnicas psicológicas que pueden ayudar a tolerar la incertidumbre, pero hoy quiero hablar de una característica muy concreta y que para mi es vital, que es la capacidad de adaptación. Adaptarse a los imprevistos (que aparecerán seguro) de forma inteligente, eficiente y con la mayor brevedad posible es un plus para los/as deportistas, y para las personas en general en su día a día. La capacidad de adaptación requiere analizar el contratiempo que tenemos y qué solución o soluciones podemos aportar en el momento para poder sobrellevar la situación de forma distinta, en este caso mejorando el rendimiento.
Normalmente ante estas situaciones solemos salir mentalmente de la competición, ya sea por poner el foco en el estímulo erróneo o bien porque estamos más pendientes de buscar excusas de nuestro mal rendimiento en lugar de buscar soluciones y adaptarnos rápidamente al contratiempo.
Para finalizar me gustaría decir que solo podemos tener el control al 100% de las cosas que dependen única y exclusivamente de uno mismo, todo lo otro está expuesto a incertidumbre, y saber manejarnos en estos momentos es vital.
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